jueves, 17 de diciembre de 2009

El susto de Halloween

Era una noche fría y de intensa tormenta, en la que sonaba el reloj del infierno a las tres de la madrugada. Era la noche de Halloween.

Llovía y llovía, y los relámpagos cada vez eran más estruendosos.

Toda la Hemisciudad Mortal estaba asustada, no se veía, no había medios de comunicación... el miedo se percibía por todas partes sin desaparecer tan siquiera un segundo.

Las lágrimas de los Langus caían sin cesar, formando una poza enorme de gotas de sangre, sucia y fría, como una mañana helada de invierno.

Parecía que la Hemisciudad estaba poseída por el demonio... tanto que caía sangre del infinito cielo, sangre en el revuelto mar, sangre en las casas, sangre en los coches, sangre en las carreteras... ¡SANGRE!

¡Era algo horripilante! ¡Yo no me podía creer lo que tenía ante mis enormes ojos saltones...! ¡Todos los Langus se habían transformado! Excepto yo, que permanecía igual que siempre. Ahora el miedo me mataba todavía más por dentro.

Creo que ya no tengo ni pulmones para respirar, tenía tanto miedo que cada vez mes sentía más pequeña. El aire se desvanecía de mi boca tan rápido que no lo podía ni atrapar. Ya no tenía lágrimas para llorar, mis ojos estaban totalmente secos.

Estaba tan aterrorizada que no me podía mover, mis piernas iban perdiendo fuerza y ya no era capaz de sostenerme en pié. Justo en el momento en el que pensé que estaba mejor... ¡paf! Me caí al suelo tan rápidamente que no me dio tiempo a evitar el golpe.

Ahora ya tenía otra preocupación más. De mi cabeza sobresalía un gran bulto. Pensé que el causante era el golpe que me había dado, pero en cuanto fui a tocar mi enorme chichón... ¡un hombrecito salió de él! ¡Ya no me puede pasar nada peor!-grité yo en medio de la Hemisciudad Mortal para ver si alguien me podía escuchar y venir a salvarme.

Empecé a gritar como una loca, pero todo fue inútil, nadie me oía, es como si yo no existiera. Todo era tan grande... y yo me sentía tan pequeña... Al principio pensé que ese hombrecito no podría derrotarme, pero me equivoqué. ¡Era pequeño, si, pequeño pero matón!

Llevaba un trajecito de Hallowen con unos bolsillos enanos, llenos de sangre y con frases alrededor.

Me di la vuelta un segundo, y en cuanto me giré, el maldito hombrecito se lanzó sobre mí, poniéndome un enorme cuchillo entre ceja y ceja. No sé dónde traería ese cuchillo que era más grande que él, pero la cuestión es que lo tenía, ahora apuntándome al corazón.
Mi respiración, cada vez, era más fuerte ya que tenía falta de oxígeno. Mis latidos más rápidos, porque el miedo me recorría todo el cuerpo a cada segundo y mis piernas temblaban tan rápido que parecía que tenía alguna enfermedad...
Mi cabeza estaba tan atrofiada que no podía pensar en cómo librarme de todo lo que me estaba sucediendo.

El cuchillo seguía apuntándome al corazón y cada vez se clavaba más en mi piel. La sangre descendía por mi cuerpo como un río de hielo que se descongela y baja a toda prisa montaña abajo.
En el momento en el que pensé que el cuchillo se iba a clavar completamente en mi piel, el hombrecito lo aparto de mí. Dio un chasquido con sus enanos dedos y... ¡zaas! aparecieron nueve hombrecitos más con un arma cada uno. Ahora sí que tenía motivos para saber que mis horas de vida estaban contadas. Mi cara se empezó a poner de color pálido y apagada, ya que ahora tenía muchísimo más miedo, mucho más pánico.
Los hombrecitos empezaron a rodearme tan rápido que no me dio tiempo de pensar en que podría tener la oportunidad de escaparme.
En aquel instante, lo único que se me ocurrió fue suspirar. En el momento que eché mi suspiro, todos los hombrecitos me apuntaron con sus enormes armas de fuego, ya que pensaban que iba a gritar socorro o algo por lo estilo.
Cuando se dieron cuenta de que lo único que había hecho había sido suspirar, bajaron sus armas y se sentaron a mi alrededor, cogieron muchas cuerdas y me ataron a una estatua situada en el centro de la Hemisciudad Mortal , a la que ahora le podríamos llamar Hemisciudad Encantada, ya que lo que estaba sucediendo no era normal.
Yo no me podía mover, estaba totalmente cubierta de cuerdas, ¡de los pies a la cabeza! ¡No les llegaba con secuestrarme que ahora no me dejan ni respirar!- pensé yo en aquel momento...
De allí a unos segundos se escuchó un ruido, parecido a una alarma de incendios, o una ambulancia, o un coche de policía o... no sé lo que era, pero en cuanto oí ese sonido mi cara cambió de color inmediatamente, se puso en su tono normal. Mi corazón latía más despacio, como si esos sonidos fueran de alguna persona que me venía a salvar de esta horrible situación.
Los hombrecitos se volvieron todos locos con el ruido, por lo que se marcharon. ¡Pero no me desataron!
El ruido cada vez se escuchaba más cerca y también se oía derrapar ruedas de coche. Y así era, un enorme coche de policía venía hacia mí. ¡El coche se iba acercando cada vez más...! ¡Se va a estrellar contra mí!- pensé yo aterrorizada.
Estaba a tres milímetros de mí cuando el coche pegó un enorme frenazo. La puerta del vehículo se abrió rápidamente y de ella salió una mujer saltando y gritando. ¡Era mi madre!
Vino corriendo a mi lado. Entre ella y los policías me desataron y después me abrazaron tan fuerte que no me dejaban respirar.
En aquel momento no se me ocurrió preguntarle a mi madre como estaba allí, ya que yo pensaba que ella también se había convertido en un bicho raro, como los demás Langus.
Por lo que veía, nosotras y los policías éramos los únicos supervivientes de aquella gran tragedia, y en aquel momento no le encontraba explicación.

Ellos no paraban de hacerme preguntas porque, aunque había estado poco tiempo en peligro, me había podido pasar algo. Yo hacía que les escuchaba pero en realidad estaba dándole vueltas al asunto de cómo ellos estaban vivos y los demás aún seguían transformados en aquellas horribles y peligrosas criaturas.

Después de tanto tiempo investigando llegué a la conclusión de que ellos estaban bien porque habían estado todo el rato dentro del coche buscándome sin parar, por lo que al no salir a la Hemisciudad Mortal no sufrieron esa horripilante transformación que a mí me había aterrorizado en aquel interminable momento.
Ahora ya estaba más tranquilizada porque tenía compañía que me podía defender en caso de ataque de los Langus que estaban transformados.
Los policías pusieron el coche en marcha y dimos un recorrido por toda la Hemisciudad Mortal.

Mi cara no se despegaba de la ventanilla ni un segundo, aquello que mis ojos veían parecía una pesadilla de la que me quería despertar ya, no quería estar ni un segundo más viendo tantas cosas espantosas.
El pánico volvía a regresar a mi cuerpo, por lo que despegué mi cabecita de la ventana. El policía vio por el espejo que yo no estaba bien y me mandó tumbarme en los asientos para descansar y tranquilizarme un poco, porque los coches patrulla en el techo tienen cristal por lo que puedes ver el cielo.
Y dio resultado, ya estaba tranquila y muy cómoda. Aquello era como estar tumbada en mi cama que tanto extrañaba en aquellos momentos.

Mi momento de felicidad se acabó... De repente un Langus saltó sobre el coche y quedó despatarrado en el techo. ¡Qué susto llevé! Me levanté deprisa y me agarré a mi madre que estaba sentada en el asiento del copiloto.
El policía pegó un frenazo y pasó para el asiento de atrás a ver qué pasaba en realidad. Se fijó detalladamente y nos comentó que aquel ciudadano estaba muerto, que tendría aproximadamente unos 20 años de edad y que había muerto asesinado.
A mi madre lo único que se le ocurrió preguntar fue que si nosotros estábamos a salvo y el policía respondió que en esta Hemisciudad Mortal era muy difícil estar a salvo, pero estábamos protegidos así que no corríamos ni la mitad de peligro que los demás. En cuánto oí esa palabra cerré la puerta del coche, me agarré bien al asiento y no me solté de él ni un instante.
Arrancó el coche y nos acercamos a un bicho enorme. El policía nos dijo que ese era el causante de todo esto y que si lográbamos matarlo todo volvería a la normalidad.

Nos íbamos acercando muchísimo cuando el policía nos quiso confesar un secreto. Nos confesó que los coches de policías eran muy diferentes a los demás, tenían alas para volar, un periscopio para sumergirse en el mar y al mismo tiempo ver lo que ocurre en la tierra, armas que si le das a una palanca disparan...
En ese momento me sentí muy protegida por lo que me volví a tumbar. Cerré los ojos y me relajé.

A lo lejos, algo brillaba con mucha intensidad. Era una luz muy fuerte que iba descendiendo velozmente, por lo que el policía decidió aterrizar y averiguar que era aquello tan reluciente. Mi madre abrió la puerta y yo posé mis pies en el suelo muy lentamente. Empezamos a escuchar ruidos muy fuertes... giramos la cabeza y vimos al causante de todo lo que estaba sucediendo en esta Hemisciudad. Era un enorme y asqueroso bicho, con una enorme nariz puntiaguda, unos labios sequísimos y un cuerpo de lo más sucio.

Cogimos las armas y apuntamos hacia él. Nos quedamos sorprendidos al ver como reaccionó el monstruo; levantó las manos y pidió que lo dejáramos vivir.

Nuestras bocas estaban abiertas de par en par, ya que aquel acontecimiento fue de lo más fuerte. El monstruo nos empezó a hablar; nos dijo que él en realidad no era así, que lo único que quería era tener amigos, y como haciendo el bien no lo conseguía empezó a hacer el mal. Le explicamos tranquilamente que haciendo el mal no se consigue nada bueno. Él cedió y nos pidió perdón.

Lo arreglamos: lo peinamos, le pusimos ropa limpia le limpiamos la cara y... de repente encogió y se transformó en un niño bueno con una piruleta sobre su mano. En ese instante todo volvió a la normalidad y todos los Langus nos hicimos amigos del ex monstruo, que pasamos a llamarle Pillín.

Desde aquella estoy convencida de que hay historias que pueden tener finales felices.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Está bastante bien.

Abraham Bernárdez dijo...

Es un poco larguillo pero esta bastante bien.Parece q te vas a morir de miedo. Hahahahahhh

Rebeca Cancelas dijo...

Está muy bien, es muy bonito, me gusta mucho... es interesante...
Tengo un par de preguntas!
La niña se quedó con el bulto en la frente?
No había mas gente en mas coches para que no le pasáran nada?

Sofía Rial dijo...

Me gusta pero mi parte favorita es el principio, lo del reloj del infierno me encantó.

Lucía Vieitez Portas dijo...

Muy chulo pero el final es un poco raro.

Alba Nerga dijo...

Esta muy bien pero tiene razón Abraham es un poco largo...

Laura Vidal Paz dijo...

Gracias. Pues se supone que el bulto era el hombrecito.. entón si salió el hombre, no hay bulto.