viernes, 8 de mayo de 2009

Perdido

Un caluroso día de verano, cuando dormía de forma plácida cuando alguien me dio unos golpecitos en el hombro.
Se trataba de mi padre. Me preguntó si quería ir con él. Como siempre, le pregunté a dónde iríamos, y me contestó que a la finca de mi tío para ayudarle.
Me levanté rápidamente, me vestí y realicé mis tareas lo más rápido que pude para salir cuanto antes.
Pero mi madre siempre decía que si la cama estaba fatalmente hecha, que si la habitación estaba mal recogida... Cuando terminé, le dije adiós a mi abuela y a mi madre, la cual dijo que tendría que recoger mejor la habitación al regresar. Bajé a gran velocidad las escaleras, con tan mala suerte, que me caí al tropezar con gran estrépito. Me levanté al momento, pues no me había hecho gran daño.
Llegué antes que mi padre al garaje, me monté y esperé a que arrancáramos. Por el camino me mareé, lo que sería un presagio de lo que ocurriría.
Llegamos a casa de mi tío un poco tarde, pues ya estaba desde hacía un rato esperando en el portal.
Lejos, divisé a mi primo, que se había convertido en un muchacho alto y fuerte. Se marchaba y pasé de saludarlo.
Nos pusimos en camino hacia la finca con andar rápido.
Como ya llevábamos un tiempo caminando incansablemente, me distraje cogiendo moras y frambuesas de unos matorrales que se encontraban al lado del camino. Yo no me daba cuenta, pero me estaba quedando atrás.

Mi padre y mi tío no siguieron el camino, y se metieron por un camino no muy visible
Yo seguí el camino, y cuando me di cuenta, mi padre y mi tío habían desaparecido de forma repentina.
Pensé que como me había quedado atrás, estarían más adelante y eché a correr velozmente.
Pero mi padre y mi tío no aparecían nunca.
Pensé en dar vuelta pero estaba muy lejos del camino que conocía.
Cuando ya iba a llorar desconsoladamente, pues no me había perdido en ninguna ocasión, decidí que no era el momento y que tenía que buscar de inmediato a mi padre.
Así, me metí en el bosque en busca de mi padre.
Como ese camino no lo conocía bien, quise dar vuelta, pero definitivamente me había perdido.
De repente, me pareció observar una cara conocida.
Se trataba de mi padre. Fui a su lado y me puse a ayudar como si nada hubiera sucedido.

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