
Estaba yo remando para colocarme en la salida cuando un golpe de ola me hizo caer al agua. Salí a la superficie y todo había cambiado:
El muelle ya no estaba, la otra orilla Había desaparecido. Todo a mi alrededor era agua.
Lo único que no había desaparecido era la piragua. Me subí a ella y remé con todas mis fuerzas para encontrar tierra en alguna parte.
Remé durante horas y me acabé cansando.
Remé un poco más y divisé una isla desierta allí a lo lejos. Una vez allí aparté la piragua del mar para que no la llevara la corriente.
Me adentré en la selva que allí había y encontré una cueva.
Por la noche fui a buscar fruta para cenar, pero solo encontré un par de mangos.
Al día siguiente noté que hacía más calor de lo normal, miré al fuego pero este se había consumido.
Miré a mi alrededor, Y cual fue mi sorpresa cuando divisé un dragón rojo dispuesto a devorarme.
No me preocupé por la piragua, me había fijado que allí donde la había dejado la había aplastado el dragón.
Corrí como no había corrido antes, se notaba que esa no era la mejor isla para guarecerse.
1 comentario:
Ola Abel no me gusto mucho y de ti no me espero que hagas piragüismo!!
Xau!!! Besoss!
Publicar un comentario