viernes, 29 de mayo de 2009

un verano sin igual

Todo sucedió en un hermoso día de verano. Yo estaba en un campamento, en el cual hacíamos muchos deportes acuáticos, en ocasiones, también en tierra. Los deportes que más realizábamos eran el wind-surf, buceo, senderismo, vela.

Un día normal y corriente, hicimos piragua. Yo fui tranquilo, hasta que de repente una ola de unos 3 metro de altura, hizo que volcara, estuve durante 10 o 15 segundos debajo del agua, dado la vuelta. Cuando conseguí ponerme bien, observé que me habían dejado solo. Estuve remando por allí hasta que de pronto vi moverse algo allá a lo lejos, fui, y al llegar, no había nada. Yo me estaba preguntando qué podría ser aquello. Lo vi moverse otra vez, y otra. Estaba asustado, me fijé y ¿qué era?, un pez del tamaño de la pala del remo. Levanté la vista y vi dos piraguas a lo lejos. Remé y remé hasta que llegué, me di cuenta de que ellos no eran, pero valió la pena por que íbamos al mismo sitio.

Paramos a descansar en un islote, en el cual, había un árbol al que me subí y observé que estaba el lugar adonde queríamos ir. Cuando bajé, fuimos directamente hacia allí. Al fin llegamos, pero ya era de noche.

A la mañana siguiente me preguntaron todos que habia pasado y esa mañana en vez de hacer piragua les conté a todos lo que había sucedido.



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