miércoles, 13 de mayo de 2009

La ciudad sumergida

Había una vez una playa ancestral situada en las afueras de un pequeño pueblo marinero.
Ésta ya nVer imagen en tamaño completoo existe por que se quedó sumergida bajo el océano Atlántico tras los efectos de un tsunami.
Quedaron con ella todas sus cuevas, situadas en las rocas de más difícil acceso.
Os cuento esto porque allí es a donde siempre iba yo para descubrirle todos los rincones ocultos y comprobar que todas sus leyendas eran ciertas, y después de comprobarlas todas me di cuenta de que eran ciertas, pero ahora la nueva leyenda dice que esta playa sumergida guarda con ella una ciudad llena de tesoros y desde entonces la gente ahora trata de buscar ese lugar aunque ninguno consigue llegar hasta él.
Uno de mis amigos también lo intentó pero este intento no tubo resultado.
Aunque nadie sabe aún que yo sí lo conseguí y para ello no tuve que emplear mucho tiempo porque yo sabía el lugar exacto en el que se encontraba.
El día en el que decidí ir en su busca pensé que ya que todas sus leyendas eran ciertas, probablemente esta también lo sería.
Cogí la pequeña embarcación que tenía atracada en el muelle más cercano a mi casa, ese en el que toda mi familia deja sus lanchas y yates, y salí hacia el lugar exacto en el que se encontraba la ciudad sepultada.
Dos horas más tarde ya estaba situado allí y me puse el traje de bucear y salté del barco con la ilusión de que encontraría lo que estaba buscando.
El mar estaba en calma, el sol relucía en el cielo azul y yo disponía de dos horas de oxígeno así que bajé lentamente hacia el fondo del océano.
Al cabo de media hora encontré la más mágica de todas las ciudades, esta estaba resplandeciente y tenía todas las calles alumbradas con farolas.
El ambiente era perfecto pero no se veía a nadie por allí aunque estaba a una cierta distancia y a lo mejor ese era el problema.
Seguí bajando y al hacerlo atravesé una especie de atmósfera y en en cuanto llegué al fondo me quité de la boca el aparato que me proporcionaba oxígeno para comprobar si podía respirar allí debajo, y así fue, al principio me costó un poco acostumbrarme pero terminé haciéndolo.
Ya que tenía la oportunidad de explorar todo aquello sin tener que usar mis botellas de oxígeno, tenía que buscar por lo menos un tesoro de los que se encontraban allí y al cabo de media hora encontré una cueva llena de tesoros, cogí uno y volví de nuevo a la superficie con el tesoro enganchado a mi pierna izquierda. Al llegar al barco abrí el tesoro para ver lo que tenía en su interior aquella caja de oro, y como no podía ser de otra manera escondía un enorme número de monedas de oro, entonces regresé a mi casa y me hice millonario sin que nadie supiera el motivo.

Desde entonces me dedico a recoger todos los tesoros y como no quier que nadie los coja para ello no pienso revelar nunca mi secreto.

3 comentarios:

Laura Nerga dijo...

Esta muy bien. Ja ja ja ja..
cuando te lo propones se te da bien todo...
engaa un beso.
te quierooo




*LaU*

Tatiana García dijo...

No esta nada mal... jeje aunque no esperaba tanta letra saliendo de ti.
Es broma e!

Silvia Francisco dijo...

Me gusto mucho!!! Si no llega a poner abajo el nombre de quien lo hizo no sabia que eras tu!!
Xau!!! Besooosss!!!!!!