viernes, 29 de mayo de 2009

Mi frente

Un día tuve que ir a casa de mi hermano para poder ver a su perro.

Cuando llegué a su portal vi que estaba rodeado de una alta y resistente verja de metal. La última vez que vine esta no estaba, así que por fuerza, esto debería ser por culpa del perro. Nos acercábamos al portal cuando de repente un enorme San Benardo empezó a ladrar. Entonces Javi salió a recibirnos como suele hacer

siempre, cogió el perro. Sólo cuando  dejó de ladrar lo soltó y empezó a correr otra vez. El perro vino saltando  de alegría abalanzándose sobre mí y tirándome al suelo con brusquedad, pero antes de que él pudiera empezar a lamerme, Javi lo llamó y él se fue. 

Después pudimos entrar en la casa para, una hora más tarde comer. Luego estuvimos viendo un programa sin más ni más. Más tarde  tuvimos que salir porque el perro estaba ladrando y ni siquiera Javi era capaz de hacerlo callar. Jugamos con el perro un buen rato, al final solía cansarse pero esta vez no ocurrió así, creo que era porque estaba demasiado nervioso. Lo prendió y cuando estuvo callado unos diez minutos lo soltó otra vez.

Un momento después empezamos a jugar al fútbol. Ya debía estar interesante el partido, en cambio era siempre interrumpido por el enorme perro. Tuvo que prenderlo para poder jugar tranquilos, luego se calló, nos quedamos sorprendidos, pero enseguida empezó de nuevo.

Siguió por malas ladrando y desde luego de alguna manera se soltó. La cadena debería de resistir pero por alguna razón tuvo que romper. Al conseguirse soltarse, de repente se abalanzó sobre mí, tirándome al suelo, que con tal mala suerte que me caí contra un bordillo de cemento.

Empecé a sangrar por una brecha que me hice en la frente. Me llevaron a urgencias y allí me dijeron que como mínimo serían tres puntos.

Los siguientes días estuve en la cama con una conmoción una semana, perdí casi dos semanas de clase en total. Ahora tengo una cicatriz en la frente de cuatro puntos.